1 de jul. de 2011

Cuando un idolo se va...



El frio me entraba por todos lados, no veia la hora de estar en casa. Encima el modesto Avai se estaba llevando todo del mítico olímpico. Hasta que llego ese gol a los 94, que, post avalancha, me devolvio el alma (y el calor) al cuerpo.Y en ese momento mire hacia el banco de suplentes. Ahi estaba el Idolo. Tanto habia escuchado de el desde mi llegada alla a Poa que me quede mirandolo fijo, absorto, como si estuviera dando una senal de lo que despues pasaria.
Cuando escuchó el silbatazo del juez, cerró los ojos, se mordió los labios con bronca, se le humedeció la vista y un feo escalofrío le recorrió el cuerpo. La última acción lo encontró prácticamente sin energía; se quedó quieto, se llevó las manos a la cintura, insultó al aire y dirigió su mirada hacia el palco, donde sufrían -tanto o más que él- los dirigentes y torcedores. Mil cosas se le cruzaron por la cabeza a Renato, mil. Después de tanto sacrificio, de tanto amor, se cayó, se derrumbó, ya no podía más. Cuando en agosto de 2010 aceptó el desafío de regresar a Gremio para "darle una mano", Renato Gaucho, el ídolo tricolor, conocía que sería una tarea complejísima mantener al equipo en primera. Lo sabía. Sobre todo por los últimos meses de agonia (Gremio se encontraba en zona de descenso) que estaba sufriendo el club. Abandonó la cómoda vida en Rio de Janeiro y se embarcó en la aventura tricolor, arriesgando prestigio.



Sus picardías, su lenguaje corporal y lucidez mental contagiaron a los torcedores, dirigentes y a sus propios jugadores. Pero las graves limitaciones del equipo gremista finalmente le dieron un cachetazo de realidad al ídolo. Así y todo, no se arrepintió. Ayer, disputó su último partido como DT del conjunto gaucho dando la cara en la conferecia (estallo en un llanto), como siempre lo hizo. Desde que llegue a Poa me hablaban del Idolo.Evidentemente el futbol, aqui es demasiado fuerte, se siente y se vive igual que en Argentina, y cuando un ídolo se va, los hombres lloramos.

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