La primera pregunta que me viene a la mente es: ¿por qué BRASIL? Y una respuesta directa, clara y concreta, simplemente no la encuentro… son esas decisiones impulsivas que uno toma y las consecuencias son tantas que uno no entiende como sería ahora sin haberlas tomado. Mi regreso estaba programado para diciembre del año pasado pero ahora esta programado para el primero de agosto del año en curso, un cambio radical, 6 meses llenos de incertidumbre me aguardaban. A pesar de ello tenía algo en claro quería vivir en una ciudad mediana que me pudiera ofrecer las ventajas de una gran ciudad como de la que soy originaria (México D.F.) y que al mismo tiempo sintiera tranquilidad. Al conocer un poco sobre Puerto Alegre me lleno de emoción y heme aquí dispuesta a todo por quedarme en esta ciudad. En el mes de enero pasado visite otras ciudades de Brasil pero aquí es donde he pasado la mayoría del tiempo permitiendo penetrar en las costumbres gauchas.
Al llegar lo primero que salto a mi vista fue la arquitectura de la ciudad ya la gran cantidad de edificios marcan paulatinamente el paso de las horas con su sombra, uno se va percatando y la intensidad de la luz es clave para sentir el color. Será que mi memoria visual me permite darme cuenta como varia la luz de lugar a lugar, varias personas (diseñadotes y fotógrafos) me han comentado lo mismo y es un fenómeno causado por la orientación de la tierra y como los rayos del sol inciden en ella. Pero me gusta pensar que el sol nos da una parte distinta a cada quien con lo cual enfatizamos la individualidad de los lugares que visitamos.
Las puestas de sol son un clásico y el Gasometro nos permite contemplarlas a veces al ritmo de los tambores de la zamba o tomando chimarrao con los amigos. El parque Farroupilha o mejor conocido como Redençao abre su espacio para goce
familiar, romance y citas con los amigos, a veces el espejo de agua esta completamente inmóvil y refleja fielmente la naturaleza que lo rodea, al contrario por el mes de marzo solía sentir un viento que me recuerda los días de febrero en ciudad de México aunque con mucha mas humedad.
Por otra parte el parque Molinos de Viento o Parcao tiene un ambiente distinto por un lado lo siento mas intimo al ser mas pequeño en su extensión mas no por ello menos bello. La acción de tomar los parques como parte de la casa al llevar las sillas desplegables tipo playa me fascina es como si la sociedad se apropiara del espacio público, haciéndolo privado y reinventara su función. Deja de ser el parque tradicional de una ciudad para ser el centro de reunión y retroalimentación general, es el ritmo de la ciudad.
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